HACIA UNA IGLESIA SINODAL DESDE LA CARIDAD
Reflexionamos sobre la misión de las Cáritas Diocesanas con Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas Vitoria
El pasado martes 4 de febrero, recibimos con alegría la visita de Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas Vitoria-Gasteiz. Con un corazón entregado a la justicia social y la lucha contra la pobreza, Ramón ha sido un fiel testigo del amor de Dios manifestado en la solidaridad. Nuestra secretaria general, Sylvia Cáceres, le dio la bienvenida y juntos emprendimos un recorrido que nos recordó la esencia del servicio cristiano: ser manos extendidas para quienes más lo necesitan.
El miércoles 5 de febrero, la visita comenzó en Chorrillos, donde nos encontramos con el Padre Juan Goycochea en la parroquia Cristo Misionero del Padre. La conversación giró en torno a una Iglesia sinodal y al establecimiento de Cáritas parroquiales. Luego, recorrimos tres ollitas comunes, testigos vivos de la Providencia. Conocimos el proyecto de “cocinas mejoradas”, que ha traído salud y bienestar a muchas familias, y Ramón se mostró conmovido por la dedicación de las mujeres en el programa “Cocinando Saberes”, que brinda sesiones sobre educación alimentaria.
Las ollas visitadas fueron Santa Rosita, que atiende a 170 personas y cuya representante es Alejandrina Arias Ayma; Cerro de Pasco, con 130 beneficiarios y representada por Cristina Mamani Osco; y Puertas del Cielo, que brinda alimento a 104 personas y cuya representante es Jenni Sotomayor Huiza. En cada una de ellas encontramos rostros esperanzados y corazones generosos. Como nos recordó Ramón, estas ollitas tienen como faro a las parroquias, que son refugio y guía en medio de las dificultades.
Por la tarde, Ramón se reunió con promotoras que han participado en las capacitaciones de entornos libres de violencia: Gladys Carrillo Rivas, perteneciente a la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles; María Ana Pinelo, de la parroquia San Francisco Solano; Mary Tito Orduña, de la parroquia San Esteban; y Evelyn Montero Rezabal, también de la parroquia San Esteban. Con humildad y valentía, compartieron cómo su compromiso con la Iglesia las ha llevado a enfrentar esta problemática en sus comunidades. Desde el Rímac, llevan el mensaje de que toda persona es digna y amada por Dios, y que la violencia no puede tener cabida en nuestras familias ni en nuestra sociedad.
El encuentro también fue una ocasión para reflexionar sobre la labor de Cáritas Lima. En una presentación especial, recordamos los logros del 2024 y recibimos la valiosa retroalimentación de Ramón. Nos recordó que la esencia de Cáritas es la promoción humana y nos comparó con la posada de la parábola del Buen Samaritano: un lugar donde los más vulnerables encuentran atención y esperanza.
El segundo día estuvo marcado por la reunión con nuestros aliados: Cáritas del Perú, Cáritas Chosica, Cáritas Callao, Comisión Arquidiocesana, Parroquia Santa Magdalena Sofía Barat, Arzobispado, Agente pastoral, Erogantes, Lideresas de las ollitas comunes, Voluntarios, DARS PUCP, USIL. Monseñor Guillermo Cornejo, Monseñor Jordi Bertomeu y el Padre Arturo Alcos nos acompañaron en esta jornada de diálogo sobre cómo fortalecer nuestro trabajo en red. Ramón enfatizó la importancia de caminar juntos en sinodalidad, donde cada voz es escuchada y valorada.
En el tercer y cuarto día, Ramón fue expositor de un taller de formación para el equipo de Cáritas Lima. En estos encuentros profundizamos en la dimensión pastoral de nuestro servicio como expresión del amor de Dios. Nos recordó los diez verbos de la parabola del Buen Samaritano, acciones que nos desafían a vivir con compasión y compromiso.
Finalmente, Ramón nos compartió su experiencia en Cáritas Vitoria-Gasteiz, mostándonos los frutos de un trabajo perseverante en el País Vasco. Su testimonio nos inspiró a seguir adelante con renovado fervor. Su visita fue un regalo que nos confirmó en la misión de ser reflejo del amor de Cristo en el mundo.
Que esta experiencia nos motive a seguir trabajando con corazones encendidos por la caridad, recordando siempre que, en el rostro del hermano necesitado, encontramos el rostro mismo de Cristo.









